Anoche te vi, entre sueños,
entre dormida y despierta,
te vi, de frente al marco de la puerta,
tenías prohibido entrar,
por eso te quedaste allí observando,
incomodando con la incesante mirada
de tu rostro sin ojos,
de tu cuerpo sin alma.
Me acompañaste más de media hora,
te podía sentir, te podía ver,
entre las sombras.
Alli, tan irreal y tan verdadero, allí de pie,
menos de media silueta escondida tras la pared,
en silencio, sigiloso observando,
queriendo entrar, temiendo entrar,
esperando no ser descubierto,
solo fisgonear entre mis sueños,
esperando mi despertar para desaparecer,
porque eso es lo que eres, solo miron,
un curioso ser que no llega ni se va,
solo espera latente un no se que, un despues.
No asustas, ni reconfortas,
no tienes color ni forma,
no estás ni te vas,
no fuiste y no serás.